El deshielo de los polos es
un problema grave de la actualidad, que sigue acelerándose con el paso del
tiempo, algunos factores que influyen son el uso excesivos de gases
contaminantes y de componente ustibles. Otras causas son la excesiva producción
de CO2, junto con los gases liberados por las fábricas en el mundo. Las
consecuencias de este calentamiento son numerosas, en primer lugar sube la
temperatura y cambia el ciclo hidrológico (las precipitaciones y su distribución),
aumentan las sequías y las lluvias torrenciales, se multiplica la frecuencia de
tifones y huracanas; en los grandes océanos la subida de la temperatura del
agua está blanqueando y destruyendo los arrecifes de coral, quizás el más
variado y rico ecosistema marino; muchas especies de valor pesquero se
desplazan a latitudes más altas y otras corren riesgo de desaparecer por la
modificaciones en su ecosistema.
El hielo de las zonas polares se está derritiendo, lo que contribuye a la elevación del nivel del mar, y muchas zonas costeras de alto valor económico, donde se asientan enormes ciudades y zonas muy pobladas, corren el riesgo de ser cubiertas por las aguas. Islas del índico y el pacífico como las Maldivas o Nauru, de origen coralino y poca altura, corren el riesgo de desaparecer. Sin embargo, el lugar donde más evidente se está haciendo este calentamiento global es en el Polo Norte (Ártico), un océano helado. Mientras en el Polo Sur (Antártida), un continente helado y por tanto con temperaturas más frías, el volumen de los hielos permanece más estable, en el Ártico la situación se torna dramática. Cada año, el Polo Norte vive entre el verano y el invierno una variación de temperatura que conlleva un cambio en la superficie helada.
El mínimo de hielo se
encuentra hacia el final del verano, entorno a septiembre, momento en que los
hielos suelen replegarse hacia la costa norte de Groenlandia y las islas del
norte de Canadá, zonas donde permanece hielo muy viejo que nunca se ha derretido
y donde buena parte de Groenlandia permanece helada en su interior, con un
enorme glaciar. Después la superficie de mar helado va aumentando cada año
desde otoño hasta encontrar su máxima extensión al final del invierno, en que
alcanza las costas europeas y asiáticas del océano Glaciar Ártico.El hielo de las zonas polares se está derritiendo, lo que contribuye a la elevación del nivel del mar, y muchas zonas costeras de alto valor económico, donde se asientan enormes ciudades y zonas muy pobladas, corren el riesgo de ser cubiertas por las aguas. Islas del índico y el pacífico como las Maldivas o Nauru, de origen coralino y poca altura, corren el riesgo de desaparecer. Sin embargo, el lugar donde más evidente se está haciendo este calentamiento global es en el Polo Norte (Ártico), un océano helado. Mientras en el Polo Sur (Antártida), un continente helado y por tanto con temperaturas más frías, el volumen de los hielos permanece más estable, en el Ártico la situación se torna dramática. Cada año, el Polo Norte vive entre el verano y el invierno una variación de temperatura que conlleva un cambio en la superficie helada.
Pues bien, al final del
último verano, el de 2012, saltaron todas las alarmas, la NASA observó desde
satélite (ver imágenes superiores) la evolución del hielo, y durante su mínimo
anual, a mediados de septiembre, tan solo había 3,4 millones de kilómetros cuadrados
de hielo, unas 7 veces la superficie de España. Puede parecer mucho, pero no
debemos olvidar, que en 1980 la extensión de hielo era de 7 millones de km2. En
poco más de 30 años, la extensión del casquete helado ártico se ha reducido más
de la mitad, y buena parte de esa reducción ha sido además en la última década.
Este proceso se ve aumentado porque los hielos y la nieve reflejan el calor,
mientras la tierra negra o el mar oscuro de las zonas polares absorben más el
calor. Si en el polo hay cada vez menos hielo y más tierra y zonas de mar, el
polo absorberá más calor, acelerándose el proceso de calentamiento y el
deshielo.
Calentamiento
global se convierte en un tema que reclama una mayor atención por
parte de los gobiernos y de los seres humanos en general. Las
consecuencias de este fenómeno podrían ser nefastas. De continuar el
incremento de la velocidad de deshielo, el planeta perdería buena parte de su
superficie habitable, generando varios conflictos, esto sumado a los cambios
-que aún se investigan- en las condiciones de vida de todos los organismos del
planeta, que alteran ecosistemas y la biósfera en general.
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